Perseidas

– «La verdad es que hemos tenido mucha suerte, llevaba años subiendo hasta aquí para ver la lluvia de estrellas y todos los años había llovido, estaba nublado o hacía un frío… Pero ven, que aunque esté buena noche luego igual refresca, asi que deja que coja las mantas y vamos».

Y estas serían las últimas palabras que habrías oido antes de estar tumbada sobre la manta de picnic encima del prado, sintiendo como la hierba se amolda a tu espalda, más cómoda que en ningún colchón que hayan diseñado jamás. Con tu vista fija en el cielo, viendo caer las lágrimas de San Lorenzo y desintegrarse sobre tí, iluminando tus ojos, mientras no dejo de mirarte recostado, apoyado sobre un brazo, para dejarme caer a tu lado y acariciar el dorso de tu mano con las yemas de mis dedos, hasta que el cielo deja de ocupar todos tus pensamientos y de repente vuelves como quien regresa de un sueño para quedarte mirándome fijamente.

Y entonces no puedo evitar besarte, volviendo yo también a la realidad y sintiendo levemente el frescor de la noche, y pensando en convertirlo en fuego, rodeo tu cintura con mi brazo sin dejar de besarte, y tiro de ti obligándote a quedarte tumbada de lado frente a mí, para volver a mirarte, y susurrarte las ganas que tengo de hacerte mía en la más completa soledad y a la intemperie.

Y después de escucharme sentir como me besas, haciéndome saber que tú también lo deseas, sintiendo tus labios enredarse con los míos, mordisquearte levemente entreabriendo mi boca para que tu lengua pueda unirse a la mía, mientras me abrazas, mientras deslizas tu mano por debajo de mi ropa y acaricias mi torso desnudo, recorres mi espalda arañándome tan leve y suavemente como puedes, sin dejar de besarme.

Y yo te correspondo, y sientes mi mano en tu costado, recorriéndote, acariciándote, desde el elástico de tus braguitas hasta el aro del sujetador, apenas sin rozarte, solo con la yema de uno de mis dedos, a un milímetro de ti para sentir como tu cuerpo se acerca deseando mi contacto.

Y besar tu frente, dirigir mis labios hasta el lóbulo de tu oreja, detenerme un instante para lamerlo y morderlo, hacerte sentir mis labios apretando, antes de seguir bajando por tu cuello con mi lengua al mismo tiempo que mi mano aparta la copa de tu sujetador para acariciar tu pecho, sujetando un pezón entre dos de mis dedos y acariciándolo, presionando, y levantando con mi otra mano tu camiseta mientras mi lengua sigue descendiendo al encuentro de tu piel, que ahora está al descubierto, así que beso tu cintura, y libero tu otro pecho de su copa, a la vez que mi boca va ascendiendo hasta encontrarse con tu pecho, y sientes mi lengua rozando la piel de tu pecho, y mis labios envolviendo tus pezones hasta hacerte sentir que quieren fundirse con ellos.

Y vuelvo a besarte. Me encanta tenerte tumbada de lado junto a mí, así puedo acariciar tus nalgas, dejar mi mano atrapada dentro de tus bragas, y seguir el camino que me marcan para ir bajando con mis dedos hacia la parte interna de tus muslos, y empezar a sentir tu calor, sin dejar de besarte, con nuestras lenguas fundiéndose, sentir al fin en las yemas de mis dedos que empiezas a estar húmedas, y tu calor, me vuelve loco, ya lo sabes, nada me gusta mas que sentir en mis labios tu olor, tu sabor y tu calor, que me llenes la boca con tu placer, que toda mi cara acabe oliendo a ti, eso me encanta…

Así que ya no puedo resistirme, ahora mis manos levantan tu falda para dejarla a medio camino de tus muslos, solo lo justo para que puedas abrir tus piernas para hacerme un huequecito entre ellas. Y a la vez que empiezo a bajar tus bragas voy besando todos los lugares por los que pasan: tu pubis, tus ingles, tus muslos, tus tobillos…

Y ya estás libre de ropa interior que nos moleste, y al fin voy a poder llenarme de ti, mientras vas sintiendo como mi boca hace el camino inverso por tu cuerpo, subiendo por tus piernas, tus muslos, hasta que te ayudo a tumbarte boca arriba, porque aunque quizás lo hayas olvidado, esta noche estamos donde estamos porque te he traído para hacerte ver las estrellas.

Y así, viendo los haces de luz que cruzan el cielo, apenas te das cuenta de que al fin te estoy saboreando, de como mis dedos separan tus labios para que mi lengua pueda jugar dentro de ti, de como acaricio tu clítoris y de como mi único deseo es que estés más y más mojada cada vez para poder sentir como me llenas la boca con tu placer.

Y aunque estés perdida entre el cielo y tu entrepierna, tus gemidos me indican que empiezo a tenerte de vuelta, conmigo, me encanta sentir tu respiración acelerándose, ver tu espalda arqueándose y sentir como coges mi pelo para hundir mi cara en tu coñito. Eso me encanta, muero porque te corras en mi cara, sentir como tú misma te acaricias frotándote contra mis mejillas, y tú que tambien lo deseas, no puedes evitar empezar a acariciarte mientras te follo con mi lengua y con mis dedos. Y siento como empiezas a no poder más, como ya has tomado un camino que no tiene vuelta atrás, así que solo deseo hacerte saber que soy tuyo y que puedes hacerme lo que quieras, y te digo:

«Vamos Rebeca, correte en mi cara, quiero que me lo des todo en mi boca, vamos, correte para mí»

Y vuelvo a meter mi lengua entre tus labios, me encanta como sabes, y siento como empiezas a apretarme entre tus muslos, como tus fluidos son cada vez más abundantes y como los gemidos se van convirtiendo en gritos y jadeos hasta que explotas de placer en mi lengua y mis labios, haciéndome tan feliz…

Pero ahora quiero hacerte mía, asi que te cojo de la mano y te obligo a levantarte, y una vez de pie te abrazo y te beso, y asi sientes tu sabor en mis labios y mi polla en tu pubis. Sabes que siempre está dura para tí.

Asi que nos acercamos hasta el coche y te obligo a girarte, dándome la espalda, y te empujo hasta bajar tus tetas sobre el capó, así me gusta, tenerte a mi completa disposición, para poder levantarte la falda y que sientas mi polla entrando en tí en un solo movimiento, lento y profundo, y con ella bien adentro, moverme sin apartarme, presionando para que te adaptes a mí antes de empezar a follarte.

Me has puesto tan cachondo que lo único que quiero es follarte salvajemente, ahora ya no quiero pensar en el placer de nadie, solo en que me sientas dentro de ti, penetrando, embistiendo, sintiendo mi pubis chocando contra tus nalgas mientras mi polla te penetra entrando y saliendo de ti tan fuerte como puedo, hasta que casi sientes dolor en tus muslos, que quedarán con su correspondiente marquita roja del rozamiento contra el coche, y que te servira para recordar lo cachondo que me pones…

Pero ya no puedo mas Rebeca, solo quiero sujetarte por los hombros y follarte como si el mundo fuera a terminarse cuando al fin me corra para ti, y de repente sientes mi calor dentro de ti, y sientes mi polla convulsionándose en tu interior y un grito ronco que te hace saber que otra vez haces que tenga otro orgasmo inigualable, lleno de deseo, colmado de placer…

Pero aún es pronto, aún nos queda toda la noche por delante…

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